DOMINGO
DE LA SANTISIMA TRINIDAD. AÑO 2018. CICLO B
Hoy la liturgia de la Iglesia nos invita a
contemplar el misterio de la Santísima Trinidad de Dios, que es un mismo tiempo
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un solo Dios en tres personas diferentes de una
sola naturaleza, esto qué significa; pues esto es que el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo a pesar de ser tres personas distintas no son tres dioses
diferentes, sino que ellos tres son un solo Dios y en cada uno de ellos “por
separado” esta presente toda la naturaleza divina, lo que les da una misma
dignidad a las tres divinas personas. En nombre de las cuales nosotros hemos
sido bautizados y llamados a la santidad.
Y por la gracia de este Bautismo estamos llamados a tener
parte en la vida de la Santísima Trinidad, ya en esta vida, en la oscuridad de
la fe y después de la muerte, en la vida de eterna de la que disfrutan los
Bienaventurados. Por el sacramento del Bautismo, somos hechos participes de la
vida divina, llegando a ser hijos de Dios Padre, hermanos de Jesucristo y
templos del Espíritu Santo. En el Bautismo es donde comienza nuestra vida
cristiana y es donde también recibimos la llamada (vocación) a la santidad. Y
es que el Bautismo nos hace pertenecer a Aquel que por excelencia es Santo, el
tres veces santo.
El don de la santidad que todos hemos recibido en el Bautismo
exige de nosotros la fidelidad a la tarea de lograr para nosotros una auténtica
conversión evangélica, que dirija toda la vida de los hijos de Dios. Este ha de
ser un compromiso que ha de afectarnos a los que nos decimos cristianos y queremos
que Cristo sea el centro de nuestras vidas, sea cual sea el lugar y el puesto
que ocupamos en la sociedad.
Si vivimos nuestro Bautismo como una verdadera llamada a
participar de la santidad de Dios, no podemos conformarnos con una vida
cristiana mediocre, rutinaria y superficial. Estamos llamados a la perfección
en el amor, ya que el Bautismo nos ha introducido en la vida y en la intimidad
con la Trinidad.
Esta llamada a la santidad en amistad con la Trinidad de
Dios, que todos hemos recibido, es lo que el Papa Francisco quiere que
recordemos con la Exhortación “Gaudete et Exultate”, para que nos demos cuenta
de que a pesar de las dificultades que presenta el ser cristiano en el mundo
actual, la santidad es un ideal de vida que a poco que nos esforcemos está al
alcance de nuestra mano.