jueves, 19 de abril de 2018


IV DOMINGO DE PASCUA. CICLO B. AÑO 2018
         Queridos hermanos y hermanas, celebramos hoy el Domingo del Buen Pastor, con el recuerdo aun grabado en nuestras retinas, de cómo Cristo ha dado la vida por nosotros, sus ovejas, para salvarnos del pecado y de la muerte.
         No podemos quedarnos con una visión reduccionista del plan de salvación establecido por Dios y realizado por Cristo, pues como hemos escuchado en el Evangelio de hoy, de boca del propio Jesús, Él tiene “otras ovejas” que no son de este redil y que “también a esas” las tiene que atraer hacia Él; asegurándonos que escucharan su voz y entre ellas y nosotros formaremos un solo rebaño, que es la Iglesia que tiene un solo pastor, que es Cristo.
         La Iglesia por medio de todos y cada uno de los carismas que el Espíritu Santo ha suscitado en ella, hace presente en el mundo a Cristo Buen Pastor. Y lo hace de una forma y modo especiales a través del sacramento del Orden Sacerdotal, que hace presente a Cristo mismo en medio de su Iglesia en la celebración de los sacramentos, al actuar el sacerdote como “in persona Christi” o sea en la persona de Cristo.
         Pero para que esto sea posible hemos de darnos cuenta de varias cosas. La primera es, como nos ha dicho hoy la primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles, es que fuera de Jesucristo, al que muchos a lo largo de la historia y no sólo en los tiempos apostólicos, han desechado como una falsedad; no hay salvación. Pero es mas Cristo se ha convertido en la piedra angular de la vida de cientos de millones de personas a lo largo y ancho de todo el mundo. Tal y como he aclamado en el salmo de hoy.
         Otra cosa es, que para qué Cristo llegue a ser la piedra angular sobre la que se asiente la vida y las esperanzas de quienes lo han descubierto. Los que ya estamos bajo el cuidado de Cristo buen pastor, hemos de dar testimonio adecuado de Él, de como nos ha dado la vida de verdad, mientras que aquellos que nos prometían la salvación y la solución de todos nuestros problemas, se han esfumado tal y como el humo desaparece al mezclarse con el aire, como si nunca hubieran existido. Bien lo hemos oído en el Evangelio de hoy “el asalariado…cuando ve venir al lobo huye”. Cuantas veces no te han dicho que siempre y bajo cualquier circunstancia iban a estar siempre contigo; y a la primera de cambio, cuando han percibido algún peligro o lo que es peor cuando tu amistad los ha sacado de su comodidad, han desaparecido. Mientras que Cristo, del que muchos dicen que es una invención de la Iglesia, lo encontramos físicamente siempre que le necesitamos en el Sagrario y su Espíritu nos acompaña a cada paso que damos.
         Este es el amor al que San Juan se refiere en la segunda lectura de hoy, en el que se manifiesta que Dios en su Hijo nos ha elegido para ser también nosotros sus hijos, miembros de su Iglesia, nuevo pueblo de Israel.
         Cuando Jesús en el Evangelio de hoy, dice que tiene “otras ovejas que nos son de este redil, también a esas las tengo que atraer hacia mí”, está hablando de la misión que tiene la Iglesia, encabezada por los sacerdotes, de salir al mundo, de romper las fronteras de las parroquias, parar que la misericordia de Dios, llegue a los que no vienen nunca a la Iglesia y al sentirse perdonados, misericordiados por un amor hasta entonces desconocido para ellos, que eso es escuchar la voz de Cristo buen pastor, se decida por seguir su llamada a ser sus discípulos, para entre todos formar un solo rebaño.
         Esta palabra con la que hoy hemos sido bendecidos, hace del día de hoy una ocasión especial para pedir con más intensidad al Señor que de a su Iglesia vocaciones misioneras y evangelizadoras, y en especial sacerdotes y consagrad@s, para que nuestras parroquias lleguen a ser esa Iglesia que vive entre las casas de la gente, como pide el Papa Francisco en “Evangelii Gaudium”.

martes, 17 de abril de 2018

Parroquias en salida

El Papa Francisco, en el segundo de los documentos publicados bajo su pontificado, la Exhortación Apostólica "Evangelii Gaudium"  pide directamente, que se transformen las estructuras pastorales de la Iglesia, abandonando aquellas acciones que ya no funcionan para hacer que Cristo entre en el corazón de las personas. Adoptando la actitud de Cristo Buen Pastor que siempre esta dispuesto a salir a la búsqueda de la oveja perdida. 
En concreto el Papa Francisco pide una Iglesia que sea hospital para los heridos por el pecado, una Iglesia que dialogue con aquellos que cuestionan la fe y la existencia de Dios; una Iglesia que como una madre acoja a todos y cada unos de sus hijos, incluidos los pródigos que pertenecen a otras religiones; una Iglesia que sea lugar de encuentro para todos, una Iglesia que donde están los pobres. 
Para llegar a ser esta Iglesia que el Espíritu Santo inspira al Papa Francisco, es necesario pasar por un proceso que se ha dado en llamar conversión pastoral, que no es otra cosa que un cambio de mentalidad y de forma de pensar. Este cambio ha de comenzar por los sacerdotes, ya que por nuestro ministerio solemos ser la cabeza de las parroquias; y ha de proseguir por  los laicos, ya que si un párroco no es secundado por su feligresía, poco puede avanzar por el camino que nos pide el Papa que andemos. 
Y este es el proyecto de trabajo que me he marcado, sin abandonar al Camino Neocatecumenal presente desde hace mas de 25 años en la Parroquia de San Francisco Javier, para los años que Dios quiera tenerme al frente de ella. Cambiar la forma de pensar y concebir la pastoral para poner a toda la parroquia en estado de misión, para que salga al encuentro del prójimo y conducirlo al encuentro del Padre, como hace el Buen Samaritano del Evangelio, que recoge, cura las heridas y lleva a la posada a aquel hombre asaltado en el camino de Jericó a Jerusalén, sin despreocuparse de él. 
Y para ello, ya se ha comenzado a trabajar con diversas iniciativas y acciones, que aunque parezcan que son lo que siempre se ha hecho, no es así; pues su objetivo va mucho más allá del simple hecho de que la gente vaya a misa. Porque ahora lo que se pretende es que la parroquia, con su párroco a la cabeza, vaya a la casa de sus feligreses. Esto es lo que se pretendió y gran medida se logró, cuando el pasado mes de octubre  nos visitó la imagen peregrina de la Virgen de Fátima, en esa Misión Mariana que celebramos durante una semana y que en unos años volveremos a repetir. Y a mi en particular como párroco me sirvió para conocer a muchos de  mis feligreses que no frecuentan la parroquia y que ellos me conociera a mi también. 
Ahora, prosiguiendo con los deseos del Papa Francisco, que quiere que las parroquias vivan entre la gente a la que pastorean vengan o no a misa, sean creyentes o no, estén o no bautizados. Se ha comenzado a preparar una Misión Popular, que será coordinada pro la Congregación de la Misión (PP. Paules) la cual se prolongará durante tres años en su fase inicial, a la cual daremos inicio el próximo día 7 de octubre de 2018, con una celebración de la Eucaristía en la que se realizara el rito de envió de los misioneros, y la cual esperamos que este presidida por el Obispo de Cartagena.
Pediros a todos los que leáis esto, pues que recéis una "oracioncica" por que esta comunidad parroquial que pastoreo, llegue a ser de verdad Iglesia en Salida que lleve a Cristo a los que están lejos. 
Pedro José González Ruiz
El Párroco


martes, 10 de abril de 2018

ORACIÓN POR MI PARROQUIA 

Jesús, esta es hoy mi oración: Gracias por mi parroquia. 
¡Estoy recibiendo tanto de ella! ¡Tengo tanto que agradecerle!


En ella te estoy descubriendo, 
en ella estoy aprendiendo a amarte y a seguirte. 
Desde ella escucho tu Buena Noticia, 
desde ella recibo el pan necesario para el camino. 

Cuando me canso, me deja su palabra de ánimo, 
cuando me caigo, en entrega tu perdón. 
Cuando me siento débil, ella  me fortalece, 
cuando me duermo, ella me despierta. 

Gracias, Jesús, por mi parroquia, 
Gracias por los niños y los jóvenes, por los mayores y los ancianos.
Todos, formamos tu Comunidad, tu Iglesia. 

También hoy quiero pedirte por ella, Señor, 
por sus grupos y actividades, por su gente.¡Cuánto me ayudan!

Que seamos un rincón cálido, 
un lugar donde nos queramos y respetemos, 
un espacio donde vivamos como hermanos, 
donde, unidos, nos esforcemos por tu Reino.

Y te ruego algo más, con la fuerza de que soy capaz. 
Que mi parroquia no luche por sí y por su causa. 
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.

Que no destaquemos por hacer muchas cosas, 
por ser muchos e importantes. 
Que nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar
con lo que tú vibraste y soñaste. 

Jesús, te doy gracias por mi Parroquia. 
Jesús, te pido por mi Comunidad. 
Ella es el camino, 
Tú, meta y el horizonte. 
AMEN

A propósito de la fiesta de la Ascensión del Señor.....

Queridos hermanos y hermanas, la celebración de la Ascensión del Señor, marca la recta final del tiempo de Pascua, en el que de un modo espe...